lunes, 1 de abril de 2013

DOCE HORAS EN TREN A AGRA

En horas de la tarde, del 06 de diciembre, partimos a nuestro próximo destino: AGRA, un inolvidable viaje para todos, doce ininterrumpidas horas en tren desde la estación de Varanassi, guiados en esa oportunidad, hasta dicha estación, por el guia Shiva, (llamado por todos; el profesor Girafale) quien fue el encargado de llevarnos el almuerzo al bus, unas dos horas antes de abordar el tren, en unas bandejas de anime cerradas con una goma. Prácticamente estas bandejas fueron dejadas casi todas intactas, ofreciendo desde este relato un reconocimiento a los y las valientes del grupo, que por previsión a lo que nos aguardaba, le echaron pichón al contenido de las mismas, realmente los admiro, porque yo, sólo pude darle un vistazo y colocar la tapa con su respectivo "mecanismo de seguridad". Gracias a Dios, la idea que yo cargaba en mente, comentada incluso a Nélida de Lago (mi instructora de yoga) y que en principio se creía, no se podía realizar, que era: darle las bandejas que no llegaron a tocarse, al montón de niños pordioseros que correteaban cerca del bus, se llegó a materializar, porque el propio guía se las fue pasando una a una, quienes como extrañados ante esas cajas, parecían absortos, por ni siquiera imaginarse lo que en estas había.
Como pudimos, entre miles de pasajeros, "pegones", maleteros, moscas, malos olores, logramos llegar al anden donde nos correspondía esperar a nuestro ansiado tren, sin imaginarnos la singularísima e inolvidable experiencia que nos esperaba y que estábamos próximos a vivir.
Como a la hora de espera, vagones y vagones comenzaron a desfilar ante nuestra atonita mirada, parecian gallineros que veíamos aproximarse, ante el asombro de todos, de pensar que era allí donde haríamos nuestro próximo viaje, sin embargo, manteníamos la esperanza que sería otro tren, el que nos trasladaría a Agra, consolándonos en unas fotos que nos habían enseñado. Todo quedó en puras momentaneas ilusiones, porque al detenerse finalmente los cientos de vagones, tuvimos que aceptar que ese era nuestro esperado tren, con el atenuante, al percatarnos que entre todos, habian dos vagones que sin perder el aspecto de ganillero tenian aire acondicionado, esos eran primera clase, comenzando el respectivo "check-in" de cada uno, y de nuestro correspondiente equipaje.
 El abordaje fue realmente con una gran celeridad, y organización a pesar de todo aquel otro cuadro surrealista en el que eramos nuevamente protagonistas. Era una mezcla de asombro, algo de temor y hasta de impotencia, en ese momento no había vuelta atrás, continuar con nuestra aventura, y menos mal que engañados en cuanto al tiempo del  trayecto, porque creyendo que era solo seis horas, iniciamos el recorrido, terminando por ser doce exaustas horas impregnadas de hambre, sed, incomodidad, malos olores, ubicados como en cubículos separados por cortinas, cada uno para seis personas, con camas plegables, tipo literas, las cuales turnabamos; unas veces cerradas y otras abiertas, al igual que nuestro cuerpos, que se mantuvieron durante ese largo recorrido, entre rígidos, semi rígidos y doblados, y que gracias a Dios y a nuestra yoga algunos pudimos escalar hasta las terceras camas cual acróbatas circenses.
Siendo importante mencionar que lo más fuerte de esas doce horas de viaje en tren, fue la ida al baño; momento crítico sobre todo para nosotras las mujeres,por razones obvias, y mas tratándose de que eran letrinas y sin ningun tipo de aseo, pero bueno, eso formó parte de la odisea, y en ningun momento le restó al viaje, todo lo contrario, le sumó, porque nos dejaba más para contar y recordar.
Deseo, dejar anotado para el recuerdo, los nombres de mis cinco compañeros, con quienes compartí esta "acogedora e inolvidable estancia rodante", ellos fueron: mi compañero de vida y de viajes: Efraín, Ana Beatriz Garbán, con quien tuve en otra oportunidad la bonita experiencia de compartir habitación y litera durante tres dias de retiro en Bejuma, Ana Luisa Terán; odontólogo tinaquillera, quien sí supo aprovechar su litera con una rigidez asombrosa, nuestra querida instructora: Yadira Barrios; quien tuvo que separarse forzosamente de su amor Jesús Contreras, que de paso ni sabian donde había quedado uno y el otro, y mi colega y queridísima amiga Elena Rojas, quien también supo acomodarse en una segunda litera, y concentrada seguramente en el chaca chaca del tren, logro conciliar por raticos el sueño.
No puedo dejar de mencionar, ya casi amaneciendo; la visita de la amiga Sonia Ramos, en aquella pequeña comuna rodante, quien consecuente con su espíritu amigable, logró conseguirnos en el vagón, por supuesto; luego de abrir unas cuantas cortinas, y de conversar, aunque fuera con señas, con los pasajeros que iba consiguiendo a lo largo del vagón. 
Finalmente, y exactamente al cabo de doce horas, llegamos a la estación de Agra, a las 6 am, del día 7 de diciembre, esperándonos alli nuestro bus de turismo, rumbo a instalarnos en el hotel HOWARD PARK PLAZA.



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