De regreso de Jaipur, llegamos por la noche a Delhi, a nuestro hotel Madhuban, el cual resultó ser el sitio a donde llegábamos y de donde partíamos, y es así como el 14 de diciembre, descansados y desayunados, partimos hacia RISHIKESH. Este lugar, aún antes de conocerlo, simbolizaba para nosotros no sólo un destino turístico, sino un sitio de encuentro espiritual, de aprendizaje y de re encuentro con aquella parte de la India que representa y siempre representará a nuestra siempre recordada y querida Hermana Mila, lugar que ella pisó, que fue su morada durante varios años, y donde ella se nutrió y se enriqueció para luego regresar a esta tierra del Occidente del mundo, repleta de conocimientos, de vivencias, dispuesta a trasmitir todo cuanto sabía, y a dejarlo como una rica e inagotable herencia a todos los que fuimos bendecidos de conocerla y a todos los que han sido privilegiados de estar en nuestra escuela de yoga, llamada cariñosamente "escuela de la hermana Mila". Llegamos en horas de la tarde a Rishikesh, luego de un viaje en bus de aproximadamente 8 horas, al hotel GANGA BEACH RISORT. Instalados ya en el hotel, y antes de que cayera la tarde, nos trasladamos al Asrham, viviendo la simpática y novedosa experiencia de hacerlo en los pintorescos taxis llamados tuk tuk; mini vehículos de colores verde y amarillo, en los que cabíamos hasta diez personas, pagando 10 rupias por persona por cada traslado, y siendo 50 rupias 01 dólar, pagábamos 0,5 dólar cada quien.
RISHIKESH, es un pueblo enclavado en la montaña, perteneciente al estado de Uttarakhand en la India, situada en las estribaciones del Himalaya. Atrae miles de peregrinos y turistas anualmente, realmente posee un magnetismo especial, como en general cada rincón de ese enigmático país, difícil esto de entender y por supuesto de explicar, dado el caos y la anarquía que perciben los sentidos en todos los lugares visitados, aun aquí en Rishikesh. Sin embargo, en este particular pueblo entre montañas y el Ganges, vivimos una de las experiencias espirituales mas hermosas y enriquecedoras, que cada uno de nosotros haya podido vivir, indistintamente de que se practique yoga o no.
La vista que se tiene del río Ganges desde este pueblo, es totalmente diferente a la que se aprecia desde Varanassi; mientras allá sus aguas lucen oscuras y contaminadas aquí en Rishikesh lucen limpias y claras. El pueblo esta dividido por el Ganges y ambas partes se unen por un puente colgante que no sólo es peatonal, por allí transitan simultáneamente, además; bicis, motos, vacas, monos, perros, y todo aquello que se mueva por sus propios medios, o arrastrado. En esta ciudad, como en toda India, si bien las vacas son sagradas y su trato es de igual a igual respecto a los humanos, los monos ocupan igualmente un lugar privilegiado, prácticamente cohabitan con las personas, deambulan libremente por las calles, comercios, el asrham, el hospital, en fín, se tropieza uno con ellos como con cualquier humano, debiendo estar muy alerta ante su permanente presencia, por cuanto bolsa o paquete que ven con cualquier fruta o con algo, que de alguna manera intuyen u olfatean que es comida, saltan inmediatamente sin dejar un solo segundo para reaccionar, tal como le ocurrió a mi amiga Sonia Ramos, con su bolsa de mandarinas, a quien dejaron solamente con el aza de la bolsa plástica en la mano, y a mí, estando en el templo del asrham, y habiendo colocado debajo de una silla, a mí lado, una de las varias cajas de dulces, todas selladas, que nos había obsequiado el Swami, estando todo el grupo atento a las palabras del Maestro, y aún sin entender, cómo podían saber que la caja contenía dulces, entró un mono en un segundo, llevándosela, sin poder hacer nada. De paso, valga el comentario, parecieran monos bolivarianos, todos con el trasero rojo.
El hotel GANGA BEACH RISORT, donde nos tocó hospedarnos, aunque no tiene la calidad de los cinco anteriores hoteles, tiene una ubicación privilegiada, tanto por la facilidad para trasladarse a donde el turista desee, en los típicos y simpáticos tuk tuk y en las motos-taxis, como lo llegó a hacer nuestra amiga Sonia, como por su extraordinaria vista al Ganges.
Desde este lugar, nos movilizamos a conocer un hotel hermosísimo, a 20 kms de distancia, el ANANDA HIMALAYAS, ubicado en sentido contrario al río Ganges, detrás de las montañas, fue una experiencia turística bella, gracias a Magdalena Lizarraga, quien contactó el sitio y el transporte, un hotel bello, súper exclusivo, con campo de golf, restaurante de primera, rodeado de hermosa vegetación, allí almorzamos y no precisamente al estilo hindú, porque ya no queríamos saber más de potages, especies, ni de olores penetrantes, lo hicimos a la carta, platos exquisitos, cerrando con unos postres fabulosos y en medio de un ambiente natural; rodeados de pinos y araucanas.
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