Domingo 28-04. Este día, después del desayuno terminaba la estadía en el barco. Nos despedimos de nuestra simpática intérprete; Válery; chica mexicana, abogada de profesión, y estudiante en Francia de una maestría sobre Derecho de Negocios, y quien trabaja para esta línea naviera en las temporadas que sus estudios se lo permite. Esperamos el bus de turismo, que nos llevaría al hotel Holiday Inn Express, cerca del aeropuerto, donde nos hospedaríamos en esta ciudad: AMSTERDAM, capital de Holanda.
Estamos visitando un país que conforma junto con Bélgica, del cual venimos, los llamados Países Bajos. Su capital; Amsterdam, tiene 800.000 habitantes y cuenta con uno de los cinco aeropuertos más importantes del mundo, en donde entran y salen 44 vuelos cada hora. Este aeropuerto es el más profundo, en el sentido de que está a 4 metros por debajo del nivel del mar y es considerado el más grande del mundo, peleando este puesto, con Frankfurt-Alemania. Una vez, efectuado el check-in, caminamos desde el hotel hasta la estación del tren, hace muchísimo frío aunque estamos en primavera y andamos bien abrigados pero no es suficiente, necesitamos realmente ropa más de invierno, los de aquí no, por supuesto, pero nosotros de tierra caliente, si. Hay una calma y una tranquilidad fascinante en esta zona, para pasear, montar bicicleta, o simplemente sentarse a observar, pero ésto, sólo para aquellos que no andan contra reloj como nosotros, que aspiramos comernos esta ciudad en tan sólo un día. Al llegar a la estación tuvimos contratiempo para la compra de los tickets, además de ser día domingo, todas las instrucciones que conseguimos estaban en holandés. Finalmente, se logró comprar los boletos para el tren con monedas que recogimos entre todos, más las que se recibieron como vuelto, comprando algunos del grupo, chucherías en un kiosco de la estación.
Tomamos el tren, llegamos a la estación central de Amsterdam, y comenzamos nuestra caminata.
Abordamos un barco de turismo para hacer el paseo por los canales, pasando primero por el barrio Houtgracht, tomado hace años por los judíos portugueses para vivir allí, observamos también, aunque
a distancia, la Iglesia protestante más grande de Amsterdam, con 85 metros de altura, el puente más antiguo de la ciudad, el barco "Amsterdam"; cuya construcción duró seis años y fue un proyecto hecho para ocupar a desempleados, el museo botánico, la casa de Ana Frank, el antiguo edificio de la Shell, y un moderno edificio donde lo más importante es observar el gigante estacionamiento de bicicletas, lo cual llama la atención, y evidencia la importancia que tiene este medio de transporte para los habitantes de esta ciudad europea, indistintamente de la edad que se tenga.
a distancia, la Iglesia protestante más grande de Amsterdam, con 85 metros de altura, el puente más antiguo de la ciudad, el barco "Amsterdam"; cuya construcción duró seis años y fue un proyecto hecho para ocupar a desempleados, el museo botánico, la casa de Ana Frank, el antiguo edificio de la Shell, y un moderno edificio donde lo más importante es observar el gigante estacionamiento de bicicletas, lo cual llama la atención, y evidencia la importancia que tiene este medio de transporte para los habitantes de esta ciudad europea, indistintamente de la edad que se tenga.
Almorzamos en un restaurante argentino, unos, bife de lomo y otros, bife de chorizo, exquisita la comida y excelente la atención. Continuamos nuestra caminata por el centro de la ciudad, pasando por el sitio donde el martes 30, precisamente el día que nos iríamos para Madrid, se daría en este país un gran acontecimiento para las monarquías Europeas y específicamente para la de Holanda; la coronación del próximo rey de Holanda por abdicación al trono de la reina Beatriz, en favor de su hijo Guillermo.
Luego de apreciar y disfrutar, cómo este país se prepara para este magno evento, seguimos caminando rumbo a la estación central de trenes para irnos a nuestro hotel, tomando la precaución, de que no nos agarrara la noche en el centro, sobre todo por lo congestionado de esta zona turísticamente, y además, por ser este un país, donde predominantemente lo que se habla es el holandés, y a nuestro querido Víctor León le parecía demasiado riesgo, andar un puño'e viejos de noche, lejos del hotel y de paso sin saber hablar holandés.
Llegamos al hotel sin contratiempo alguno, gracias a Dios y nos reunimos en una área del mismo, a compartir unos exquisitos quesos comprados por el amigo José Rodríguez cuando estuvimos en Santiago de Compostela, esperando conseguir el momento y el sitio para degustarlos con un sabrosísimo pan, el cual, el mismo José se encargó de comprar aquí en Amsterdam, para obserquiárnoslo y disfrutarlo con el queso. Fue un compartir muy agradable y sobre todo súper informal, tanto, que utilizamos periódicos del hotel como mantel. Y luego, a descansar. Al día siguiente, iríamos a La Haya.
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