Luego de visitar la Catedral de Santiago, fuimos rumbo a la costa de la Coruña; hermosas vistas durante toda la vía, haciendo parada en un restaurante en Murus de la Coruña, llamado Don Bodegón, allí almorzamos exquisitas tapas, acompañadas de vino albariño, caminamos por la zona y seguimos hacia FINISTERRE, llamado este sitio; el fin del mundo, porque en la época de Cristóbal Colón, se consideraba que la tierra se acababa en ese punto. Lugar de esta obligada visita, por su importancia histórica para la humanidad, aparte de que allí se da el encuentro de la fuerza de dos aguas; las del océano Atlántico, y las del mar Cantábrico. Es un sitio que realmente inspira a la reflexión, y como dijo Camilo Jose Cela, premio Nobel de Literatura 1994: "Finisterre, no tiene pasado, ni presente, ni futuro, porque es eterna, y la eternidad no obedece al reloj, ni al calendario; tampoco al dolor ni al amor, ni a la vida ni a la muerte...................Finisterre es la última sonrisa del hombre hacia el infinito".
De regreso, tomamos la vía de la montaña, inmensas y bellas montañas forradas de amarillo, por la mata retama que crece en forma silvestre, ofreciéndonos un paisaje comparado en belleza, con las montañas de nuestro páramo merideño cubierto de frailejón. Pasamos el puente sobre el río Dubra, y continuamos vía Santiago, rumbo al hotel, ya era casi las 8 de la noche, quedando de acuerdo en encontrarnos al día siguiente a las 10 de la mañana. Al regreso, el cansancio y el sueño venció a los maridos, quedando evidencia de ello, excepto nuestro querido Juan Cogorno, a quien no logré pillar. Y para la próxima; la ciudad de CORUÑA. Sigue conmigo y disfrutarás de su belleza.
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